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viernes, 18 de mayo de 2012

Alfred Hitchcock



Alfred Joseph Hitchcock (1899 - 1980). Director de cine británico nacido en Londres (13 de abril de 1899) y fallecido en Los Ángeles (29 de abril de 1980). Nació en el seno de una familia profundamente católica y cursó sus primeros estudios en el colegio jesuita de Stamford Hill, en Londres. Desde pequeño manifestó un gran interés por la lectura y por el mundo del crimen, aspecto que le hizo ser un asiduo visitante del Museo del Horror de Scotland Yard, así como a devorar el dominical News of the world, dedicado a los crímenes habidos en el país. Con catorce años logró entrar en la Escuela de Ingenieros Navales, centro que abandonó debido a la muerte de su padre. Sus escasos conocimientos de electricidad le permitieron alcanzar un puesto de trabajo en la Compañía de Telégrafos y Cables Henley, en la que logró un importante reconocimiento  profesional que le permitió entrar en otros departamentos más interesantes para él como el publicitario. Al tiempo que se apasionó con el cine estadounidense descubrió a los grandes literatos de su país. Publicó sus primeros relatos en la revista de la Compañía Henley, y se adentró en el mundo del cine de los recién abiertos estudios Islington londinenses de la productora estadounidense Famous Players Lasky, donde realizó una serie de dibujos para los rótulos de sus películas. Compaginó ambos trabajos hasta que la productora decidió contratarlo visto el buen resultado de sus aportaciones.


Así, en 1920, el joven Alfred entró de lleno en el mundo del cine como redactor de títulos, tarea en la que demostró un gran nivel en la definición de las historias y los personajes, experiencia que lo ayudó muy pronto a la hora de elaborarsus propios guiones. Cuando la Famous Players Lasky abandonó Londres, sus locales fueron ocupados por una serie de pequeñas productoras en una de las cuales (formada por Victor Saville, Michael Balcon y John Friedman), hitchcock encontró cobijo y pudo desempeñar todo tipo de funciones (guionista, ayudante de dirección, decorador, encargado de producción, etc) en varias películas de Graham Cutts, lo que hará que su aprendizaje creativo fuera frenéticoSu capacidad de trabajo lo llevó a ser apoyado por Balcon a la hora de abordar su primera película, El jardín de la alegría (1925), una coproducción anglo-alemana que se rodó en Munich e Italia, con la que tendría que superar mil y un problemas que en ningún momento afectaron el producto final de la película, que resultó de gran interés en su momento. 


El contrato que le ofreció Michael Balcon para dirigir varias películas le permitió superar algunos contratiempos y demostrar que sabía contar historias y que su estilo sugería una línea muy particular. Con El enemigo de las rubias (1926) se enfrascó en el mundo de la criminalidad que, en ese caso, es sostenido por la angustia de la falsa culpabilidad del personaje. El clima que creó fue marcando las pautas para que el espectador se sintiera atrapado por la trama. Fue contratado por John Maxwell, propietario de la British International Pictures, en donde pasará sus próximos seis años, durante los cuales abordó toda clase de películas como El Ring (1927) y The Manxman (1929). Triángulos amorosos, melodramas explotados en un ambiente hostil generado en el seno de una actitud conservadora, siempre propicia a reacciones humanas de moralidad muy definida. 








La British entró de lleno en la producción del cine sonoro con la siguiente obra de Hitchcock, La muchacha de Londres (1929) Esta película le exigió una readaptación de su estilo para poder acoplar el nuevo elemento expresivo con que vino a contar desde esa fecha. La tensión emocional que se respira en la trama se acrecienta con los recursos sonoros aplicados. Sobre estos principios se irá consolidando la carrera de Hitchcock en Inglaterra, sobre todo en películas como Asesinato (1930), Lo mejor es lo malo conocido (1932), y especialmente con 39 escalones (1935) y Alarma en el expreso (1938). 


El estilo hitchcockiano comenzó a definirse en esta etapa final de su trabajo en Inglaterra. Construyó su suspense sobre la base de combinar ingredientes dramáticos, otros frutos del azar e inverosímiles, confrontando lo cotidiano (lo razonablemente lógico) con lo excepcional (aquello que excede la normalidad de los momentos que viven sus personajes), todo ello desde la sutil ironía que impregna muchas acciones y una estructura narrativa sólida dotada de gran ritmo.


David O. Selznick, que deseaba trabajar con el director, lo llamó para que fuera a Hollywood y continuara su carrera en el cine estadounidense. Volvió a preocuparse de las relaciones de los personajes en Rebecca (1940), La sombra de una duda (1943) o Náufragos (1943), a partir de un referente que les une sin aparecer en pantalla, desarrollaría sus originales planteamientos visuales en Enviado especial (1940), producido por Walter Wagner y en la excelente pesadilla que es Sospecha (1941), donde se incluye una de sus más famosas escenas de aquella primera época, aquella en que Cary Grant sube las escaleras que conducen a la habitación de su mujer (Joan Fontaine) con un vaso de leche y una bandeja en su mano. En este arranque estadounidense varias películas recibieron el Oscar de la Academia. Rebecca a la mejor película, Sospecha a la mejor actriz (Joan Fontaine) y Recuerda a la mejor música (compuesta por Miklós Rózca).







A finales de la década de los cuarenta se consolidó como productor, a la par que intervino en una serie de películas en las que demostró ciertos titubeos a la hora de redondear su trabajo creativo. Si bien se aprecian notables aciertos en La Soga (1948), hay que esperar hasta Extraños en un tren (1951) para que fuera de nuevo redescubierto con una historia que es un pulso entre los poderes del bien y del mal y el control psicológico que uno ejerce sobre el otro. Esta colaboración con la Warner le permitiría abordar dos películas más con el mismo estudio, en una de las cuales, Crimen perfecto (1954), descubriría a la actriz Grace Kelly, quien sirvió de puente con el inicio de su período para la Paramount en el que filmará algunos de sus siguientes trabajos. 


El contrato con la Paramount dio como fruto los momentos más prolíficos e intensos, a la vez que los más recordados de su trayectoria, como confirman el éxito de La ventana indiscreta (1954) y sus proyectos televisivos, los cuales coinciden con la reinvindicación de su trabajo en Europa, adonde fue para rodar Atrapa a un ladrón (1955), película que recibiría un Oscar a la Mejor Fotografía en color. Hitchcock seguiría sorprendiendo en la propuesta de algunos temas, como puede ser el cadáver de Pero..., ¿Quien mató a Harry? (1955), figura que no puede jamás perturbar la tranquila cotidianidad, o el eficiente equilibrio de las situaciones límite que propone El hombre que sabía demasiado (1956) que obtuvo el Oscar a la Mejor Canción. 


No obstante, el núcleo central de su aportación a la historia del cine se concentrará en sus cuatro siguientes películas. En Vértigo (1958) se propuso extraer vida de un ser anodino, para lo cual convierte la armonía en existencia perturbada, el amor en tragedia, pretendió mostrar la cara oculta de aquello que se percibe: la mujer, Judy (Kim Novak) que ve Scottie (James Stewart) y que pretende que sea la que él ha amado (Madeleine). Con La muerte en los talones (1959), el director se rencontrará con un cine cuya trama se basa en huidas y persecuciones a partir de una arquitectura visual muy elaborada y compleja en su resolución. Psicosis (1960) confirmará su capacidad para consolidar las emociones en el espectador a partir de una soberbia puesta en escena que, como un mecano, va dando paso a una secuencia visual de singular fuerza que surge a borbotones en momentos de gran lucidez del autor, quien combina a la perfección ambiente (tensión, tragedia y miedo, es decir suspense), y los recursos sonoros que se aplican, esta propuesta la volverá a retomar en Los pájaros (1963) donde enfrenta (e invierte) la posición de dominio entre el hombre y el pájaro.


Por estas y otras cuestiones la obra de Hitchcock ha sido y será inconfundible y única, aunque solo pudiera recoger el Premio Irving Thalber por su contribución a la producción cinematográfica. 





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